La brecha entre ambos indicadores se ha ido estrechando a partir de abril, mostrando una menor disponibilidad de recursos para las operaciones de préstamo.

Según datos de la Autoridad de Supervisión Financiera (Asfi), los depósitos en el séptimo mes del año experimentaron un descenso de 0,4%, respecto a junio; mientras la cartera creció en apenas 0,3% en ese mismo período, lo que muestra que ambos indicadores registran un virtual estancamiento como efecto de la pandemia.

Los depósitos del sistema financiero, que en mayo registraron su pico más alto con 27.586 millones de dólares, alcanzaron en julio a 27.393 millones, revelando un cierto declive. Por su parte, la cartera crediticia cerró julio con 27.223 millones de dólares, mostrando una leve recuperación.

Los depósitos se redujeron por segundo mes consecutivo, aunque sus tasas de crecimiento estuvieron en descenso desde mayo. Los préstamos se frenaron después del esperanzador crecimiento en el quinto mes del año. El número de prestatarios descendió en 13.611 en los siete primeros meses del año.

Aunque con leves variaciones, la mora en el sistema financiero permanece en términos manejables. El índice de mora trepó al 2%, desde el 1,9% en junio pasado. La mora es virtualmente la misma que se registraba al cierre de la gestión 2019.

En la banca, la cartera de préstamos creció en 3,6% en los siete primeros meses del año, en tanto que los ahorros aumentaron en 6% en ese mismo período.

Los bancos múltiples tiene la mora más moderada con 1,91%, en tanto que en la banca Pyme ese indicador alcanza a 4,18%. Corresponde aclarar que la morosidad en la banca Pyme no es precisamente resultado de la pandemia. Esos bancos especializados ya presentaban mayores porcentajes de mora desde el año pasado: 3,40% en julio de 2019 y 3,53% al cierre de 2019.

Las utilidades del conjunto de la banca presentan una reducción de alrededor del 40% respecto a los valores registrados en julio de 2019.

Préstamos y ahorro estancados

El sistema financiero boliviano ingresó en julio a una fase de meseta con una ligera disminución en los depósitos y un marginal crecimiento en la cartera.