Las paradojas del empleo: Informalidad, precariedad y menores ingresos
Las paradojas del empleo: Informalidad, precariedad y menores ingresos

Las paradojas del empleo: Informalidad, precariedad y menores ingresos

04/09/2024

El 70% de los hogares urbanos del país se encuentran en situación de ocupación informal.

El mercado laboral boliviano presenta tres paradojas: exhibe una tasa de ocupación considerablemente alta pero tiene un elevado porcentaje de informalidad; los incrementos salariales no han mejorado los ingresos laborales; y los mejores indicadores de ocupación no se traducen en mayores ingresos para las familias. 


Pese a exhibir una tasa de ocupación alta, el mercado laboral boliviano arrastra un problema crónico de precarización que se refleja en el inusitado crecimiento del cuentapropismo -un tipo de ocupación eminentemente informal, desprotegido y casi siempre mal remunerado-, señala un documento de la Fundación Milenio denominado “El rostro social de la crisis”. El 70% de los hogares urbanos del país se encuentran en situación de ocupación informal. 


El ingreso laboral promedio se mantiene sin cambios desde mediados de 2022, cuando abandona una tendencia ascendente, para ingresar en una trayectoria plana. Como resultado, el ingreso promedio de 2023 es 13% menor que el ingreso promedio de 2019, mostrando que la situación laboral sigue marcada por el deterioro en la calidad de los empleos. 


En 2023 el nivel de desocupación en el mercado laboral llegó a 3,9%, consistente con la tendencia de caída de este indicador tras la pandemia (cuando alcanzó un récord del 10,8%). La Población Ocupada en el ámbito urbano pasó de 4,39 millones (2022) a 4,56 millones (2023), mostrando un crecimiento anual de 4% en el total de la población que declara estar ocupada, un nivel que duplica el registrado un año atrás (1,6%). 


El incremento en la población ocupada estuvo impulsado por la mayor incorporación de mujeres al mercado laboral. Mientras la población femenina ocupada en 2023 avanzó a una tasa de 5,9%, la población ocupada de hombres creció tan solo 2,3%, respecto al 2022. La mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral es una tendencia que ganó fuerza en el periodo pospandemia. 


Pese al nivel bajo de desocupación abierta, desde 2021 se constata la desaceleración del ritmo de creación de nuevos empleos, situación que se acentuó en 2022 y 2023. Esto sugiere una saturación en ciertas actividades que tienen más dificultades para absorber a nuevos trabajadores, incluso en los rubros donde predominan las labores por cuenta propia. 


La tasa de participación presentó un incremento sustancial, sobre todo entre 2021 y 2023. Los hogares buscan compensar una caída pronunciada de los ingresos laborales con la incorporación de más miembros de la familia al mercado laboral. La mayor participación laboral se da ante todo por cuenta de las mujeres, cuya tasa de participación subió en más del 8%, pasando de una tasa promedio del 60% (2019) a 68,4% (2023). El esfuerzo de las familias por insertar a sus miembros al mercado laboral, y con ello elevar los ingresos del hogar, está centrado en el trabajo femenino. 


La inserción laboral de nuevos integrantes del hogar está fuertemente asociada con las actividades cuentapropistas, las cuales entre 2022 y 2023 tuvieron un incremento de la población ocupada en ellas del orden del 6,4%. 


Pese a la mejoría en los indicadores de ocupación, los ingresos laborales continúan mostrando cifras similares o peores que antes de la pandemia. Esto acontece pese a los incrementos salariales decretados por el gobierno desde el año 2021. 


Si al término de 2019 el ingreso laboral promedio en el área urbana era de 3.212 bolivianos, a la conclusión de 2023 el ingreso salarial medio era de 2.800 bolivianos (un 13% menos). Este nivel de ingreso se ha mantenido prácticamente sin cambios desde mediados de 2022, mostrando que los ingresos laborales todavía no han vuelto a los niveles de hace 4 años atrás. 


La tasa de ocupación alta no se traduce en una ganancia de ingresos para las familias. Paradójicamente, el deterioro de los ingresos obliga a las familias a incorporar a cada vez más miembros suyos -principalmente mujeres- al mercado laboral como una forma de contrarrestar la pérdida de ingresos. 


Nota editorial: Por Grupo Nueva Economía · Última actualización 04/09/2024