Vinos de altura; más cerca del cielo
Vinos de altura

Vinos de altura; más cerca del cielo

11/04/2022

La producción de vino en Bolivia se sitúa entre los 21 y 23 grados latitud sur y los 1.600 metros y 2.000 metros de altitud, pero en algunas zonas andinas, con clima cálido, se encuentran cultivos hasta casi los 3.000 metros.

La calidad de un vino se determina a partir de la variedad y calidad de uva empleada para su elaboración, las técnicas de vinificación elegidas, el trabajo de los agrónomos y enólogos; así como las condiciones geográficas y naturales que conforman el lugar: el suelo, los viñedos y el clima. Más allá de estos factores clave, existen zonas en el mundo en los que la geografía influye de manera determinante sobre la personalidad los vinos tintos y blancos de forma indiscutible; sin ir más lejos, vale decir que la influencia de la altura es tal que se convirtió en una de las principales características de la vitivinicultura de ciertos países.

 

Un producto de altura

 

Un vino de altura se elabora a partir de uvas cosechadas, en fincas establecidas a más de 800 metros sobre el nivel del mar. La altura ayuda en gran medida la amplitud térmica en el viñedo, un factor primordial para alcanzar uvas de alta calidad. Si las temperaturas elevadas del día no son compensadas o equilibradas con el clima frío de la noche, y si las estaciones del año no se diferencian entre sí, es muy poco probable que las uvas alcancen su madurez habiendo acumulado una buena cantidad de componentes imprescindibles como lo son los taninos (si se trata de los vinos tintos) y los aromas pronunciados.

 

Dentro del espectro de influencia de la altura, además de la amplitud térmica existe una gran intensidad lumínica y brisas que ayudan en el proceso de crecimiento de los viñedos. En las uvas, todos estos factores se ven reflejados en la piel gruesa, el grado de sanidad del fruto y la intensidad de los colores, aromas y sabores.

 

¿Cómo reconocer un vino de altura?

 

Los vinos tintos de un origen de altura tienen mucho color, son bien estructurados, con tendencia al rubí y al rojo violáceo, ricos en taninos dulces, de muy buen cuerpo y acidez equilibrada, característica que le otorga plenitud en boca, persistencia en el paladar y una muy agradable sensación final. Respecto de los vinos blancos, suelen ser de buena aromaticidad: muestra aromas a uva moscatel, a flores y a cítricos, es fresco y frutado, con acidez equilibrada y cuerpo envolvente.

 

En los viñedos de altura, los frutos reciben una mayor insolación, logrando que la capacidad de fotosíntesis se optimice y así se llegue a una maduración óptima de las uvas, con una mayor intensidad y tipicidad de aromas varietales como las especies, los frutos rojos y aromas florales. Con el envejecimiento aparecen aromas de cuero, tabaco y, si estos vinos reciben crianza en madera, aparecen también aromas de miel, chocolate, vainilla y tostado, volviéndose así muy complejos e interesantes.

 

Entre las cepas tintas, se distingue principalmente la Malbec, cepaje de origen francés que logra su mejor expresión en territorio argentino, y es la variedad insignia de nuestros vinos tintos. Por su parte el Cabernet Sauvignon ha alcanzado en la altura una gran tipicidad varietal gracias a una destacada nota a pimiento verde.  Asimismo, se elaboran en la actualidad muy buenos exponentes de Tannat, Syrah, Tempranillo y Bonarda. Los tintos que allí se producen poseen gran estructura y color, además de una destacable concentración de aromas y excelente potencial de guarda. Los vinos de altura requieren de un trabajo preciso y cuidadoso para lograr vinos con fuerte carácter.


Nota editorial: Por Grupo Nueva Economía · Última actualización 11/04/2022