Tras el rebrote de contagios por la variante ómicron, los organismos internacionales han tenido que revisar sus proyecciones globales de crecimiento.

China, locomotora de la economía mundial, debido a su débil crecimiento ocasionaría un efecto recesivo generalizado, afectando a los exportadores de productos.

Por otra parte, la desigual recuperación de las economías y la disparidad en la vacunación amenaza con elevar el malestar social y acrecentar fenómenos sociales como la migración. Surgen en el horizonte las amenazas de una crisis de deuda y una crisis climática.

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Tensas relaciones de Estados Unidos con China y Rusia podrían señalar una precipitada crisis internacional en torno a los asuntos de Taiwán y Ucrania.

Un menor crecimiento para Bolivia (algo mayor al 3%) pronostica el Banco Mundial y la Cepal, sin embargo, el gobierno anuncia un 5%. La lenta recuperación económica está jaqueada por la conflictividad social que no merma desde el 2019 y que podría continuar con el ajuste de cuentas a los opositores e incluso con tensiones regionales artificialmente provocadas. Lo que preocupa e inquieta a los agentes económicos es el incremento de las recaudaciones tributarias contemplado en el Presupuesto esté orientado a una mayor fiscalización a quienes ya pagan impuestos antes que a la ampliación del universo de contribuyentes.

Finalmente, no se vislumbra soluciones para los problemas estructurales de la economía nacional ni para generar condiciones que posibiliten una mayor inversión privada capaz de generar empleo aportando capital, tecnología, conocimiento y habilidades gerenciales.

El 2022 será otro año desafiante

Por tercer año consecutivo, la economía del mundo estará a merced del covid-19.