Moody’s rebajó las calificaciones de deuda senior no garantizada y de emisor a largo plazo en moneda local y extranjera de Bolivia a “Caa1” desde “B2” y las colocó en revisión a la baja.

Fitch fue la primera en observar el agotamiento de las reservas de liquidez externa. Standard & Poor’s mantuvo la calificación de corto plazo, pero colocó “en revisión especial negativa” la de largo plazo, advirtiendo con rebajarla si persistía la vulnerabilidad externa. Moody’s bajó la calificación citando “una gobernabilidad muy débil”, una “estabilidad amenazada”, una política cambiaria “insostenible”, una “política fiscal relajada” y alertando sobre la “capacidad para pagar la deuda”.

A regañadientes, el Ministro de Economía admitió que el país enfrenta un problema de liquidez transitoria. Algo es algo. Moody’s explicó que la rebaja de la calificación obedece a la constatación de que “una serie de factores relacionados con una gobernabilidad muy débil han contribuido a disminuir la disponibilidad de moneda fuerte y aumentaron las presiones de liquidez externa hasta un punto que amenaza la estabilidad macroeconómica”.

El reporte dice que “la defensa insostenible de la paridad del tipo de cambio con el dólar estadounidense ha provocado que el stock de reservas de divisas del Banco Central caiga significativamente desde principios de año, cubriendo solo unas pocas semanas de las importaciones del país”.

Moody’s asevera que la caída de las reservas internacionales líquidas precipitó un shock de confianza “que ha socavado la estabilidad macrofinanciera” y advierte que “sin una acción rápida y significativa para revertir la situación y restaurar la estabilidad, la capacidad del soberano para pagar su deuda está en riesgo”.

Remarcó: “el inicio de la revisión a la baja está motivado por el riesgo de que el continuo deterioro de la liquidez externa no se revierta, amenazando aún más la capacidad del soberano para pagar su deuda. La revisión se centrará en evaluar si las entradas de las Instituciones Financieras Internacionales y las medidas de política complementarias estabilizarán suficientemente las finanzas externas de modo que los recursos en moneda fuerte permanezcan disponibles para respaldar la actividad económica y garantizar el pago total y oportuno de la deuda por parte del soberano”.

“El deterioro de la liquidez externa se ha acelerado sustancialmente desde fines de 2022, ya que las reservas de divisas han alcanzado su nivel más bajo en más de 20 años, y un impacto en la confianza ha llevado a una mayor demanda de divisas por parte del público. Una confluencia de factores está detrás de estos desarrollos, incluido el mantenimiento de una vinculación monetaria por parte del Banco Central a costos significativos y, en opinión de

Moody’s, insostenibles; política fiscal relajada que alimenta la demanda y socava la estabilidad de la paridad monetaria; falta de políticas adecuadas en el sector energético que están obstaculizando el potencial del sector para generar divisas”, añade el documento.

Moody’s puntualiza que las reservas líquidas del Banco Central “representan solo unas pocas semanas de las importaciones de Bolivia, lo que pone de manifiesto la grave tensión de la balanza de pagos”. Estima que “el shock de confianza y la pérdida de reservas de divisas fuertes han puesto en riesgo la estabilidad macroeconómica general. Los grandes déficits fiscales y el continuo aumento de la deuda pública socavarán aún más la solidez fiscal y agotarán las reservas”.

Se indica que la apretada situación de liquidez externa puede aliviarse temporalmente si el Poder Legislativo aprueba los créditos multilaterales en cartera y el proyecto de ley que permitirá al Banco Central monetizar sus tenencias de oro. Empero, aclara que “el aumento del endeudamiento externo brindaría solo un respiro temporal si no se complementa con un endurecimiento fiscal y monetario significativo, junto con posibles cambios a más largo plazo en el régimen cambiario actual”.

Calificaciones de riesgo de Moody’s. Cero y van tres

Ya son tres las Calificadoras de Riesgo que encendieron las alarmas sobre la economía boliviana y sus diagnósticos son cada vez más severos.