Si bien Bolivia ha tenido distintos momentos de crisis, son precisamente tres casos de las mayores crisis macroeconómicas que el Ph. D Ernesto Sheriff tomó como referencia para explicar la actual crisis como repercusión de los ciclos económicos y los shocks externos.

Para ello, el experto contextualizó que los ciclos económicos tienen subidas (momentos de expansión y crecimiento), bajadas (tiempo de recesión) hasta tocar fondo (crisis). Existen dichos ciclos por los cambios en la demanda, en la inversión o por eventos externos.

Los shocks externos se refieren a la evolución de los precios de las materias primas que exportan las naciones, que pueden ser permanentes o transitorios. Acotó que, un país como Bolivia, abiertamente subdesarrollado, depende de las exportaciones de estas materias primas y, por lo tanto, sus ciclos económicos están relacionados con la economía internacional.

“El gran error de los gobiernos populistas fue calificar los shocks externos negativos como algo transitorio y los shocks externos positivos como permanente, por eso las consecuencias fueron fatales. Ahora, ¿cuánto de las crisis bolivianas se las debemos a los shocks externos y cuánto a errores en el manejo de la política económica?”, cuestionó.

Para ello recordó las experiencias de las grandes crisis que Bolivia vivió primero entre 1952-1956 y luego entre 1982-1985: se vivió un descalabro en el sistema monetario, en la crisis de 1956 se tuvo que cambiar del boliviano al peso boliviano y también se produjo una alta inflación; la actividad económica se derrumbó, las tasas de crecimiento fueron negativas y la pobreza se multiplicó, y hubo muchos conflictos sociales y políticos.

Además, Sheriff hizo una comparación entre las crisis cambiarias de 1981 y 2023, mencionando que, en 1981, cuando se derrocó al presidente en gestión comenzó a escasear el dólar, el gobierno de turno negaba la crisis y Estados Unidos bloqueó a Bolivia por supuestamente ser un narcoestado.

En 2023, la situación es parecida, porque “desde que empezaron los problemas internos del partido gobernante, comenzó a escasear el dólar en la calle, porque el dólar en los bancos ya estaba escaso desde hace años. Otro aspecto similar es la política negacionista del gobierno, que sigue insistiendo que Bolivia tiene una de las mejores economías del continente”.

Consultado sobre las perspectivas para los siguientes años, el experto fue contundente: en 2005, Bolivia era un país pobre esperando un milagro, que llegó en forma de un super shock positivo en los precios de sus productos exportadores. En 2024, Bolivia es un país pobre, pero no espera nada, porque si llegara otro super ciclo, no existe la base productiva capaz de aprovecharlo. Viene un largo período de estancamiento”.

Agregó que, en la coyuntura actual, todas las rentas generadas por el super ciclo de precios ha sido dilapidada, es decir, no existen proyectos en marcha capaces de generar un superávit que pueda pagar la deuda externa. Por ello, el país no está en condiciones de enfrentar un super ciclo de precio, el déficit fiscal acumulado (como porcentaje del Producto Interno Bruto) supera todos los previos acumulados de la crisis de la hiperinflación de 1982.

“En este momento, hacer algo correcto ya no tendrá efecto sin un soporte masivo financiero internacional, estamos hablando de al menos 10.000 millones de dólares como soporte para un programa de estabilización razonable”, concluyó.

Sheriff brindó esta opinión en el marco del curso virtual “Economía y realidad económica de Bolivia para no economistas en facilito”, organizado por el Grupo Nueva Economía, bajo la temática “Economía, ciclos económicos y desafíos actuales”.

“La crisis comenzó el 2023”. Experto sobre la repercusión de los ciclos económicos y los shocks externos en Bolivia

El economista Ernesto Sheriff explica cómo los shocks externos y los ciclos económicos afectaron en la economía boliviana, que actualmente está comenzando una etapa de crisis.