Una de las mejores maneras de garantizar que un auto tenga una excelente vida útil es realizando controles periódicos de mantenimiento preventivo.

Aunque algunas reparaciones a veces son inevitables, estas revisiones habituales de mantenimiento pueden ayudar a evitar reparaciones costosas en el futuro, ahorrando dinero en el proceso, garantizando seguridad y buenas condiciones para el vehículo.

Cada cierto kilometraje, cualquier vehículo (usado o nuevo) debería someterse a estas revisiones periódicas para que cualquier desgaste o falla sea intervenida oportunamente, y se evite llegar a un problema mayor y más costoso para el bolsillo.

Este tipo de mantenimiento, a diferencia del correctivo, ataca con anticipación al inconveniente para que cada parte del carro siga funcionando de forma adecuada. Su objetivo es revisar el correcto funcionamiento del auto y cambiar las piezas que han sufrido algún desgaste.

Estos ajustes se deben hacer cada cierto kilometraje que, dependiendo de la marca y el modelo del vehículo, viene determinado en el manual del fabricante. De todas maneras, generalmente, el primer mantenimiento se realiza a los 5.000 kilómetros y luego cada 10.000 kilómetros.

Un programa de mantenimiento preventivo puede incluir ciertos puntos de revisión y cuidado, como la limpieza, lubricación, cambios de aceite, ajustes, reparaciones, reemplazos de piezas y revisiones parciales o completas que se programan regularmente.

Pero, ¿qué se hace exactamente en un mantenimiento preventivo?

Sistema de iluminación: Es importante revisar periódicamente que todas las luces enciendan.

Si existe una alguna averiada, aparte de poder ganar una multa de tránsito, existe el riesgo de sufrir algún accidente de tránsito por poca visibilidad.

Estado de las llantas: Es importante comprobar la presión de aire y la profundidad de la huella de las llantas. Es importante que los neumáticos tengan un desgaste uniforme en su dibujo y que éstos no superen el desgaste máximo permitido (profundidad del dibujo de 1,6 mm).

Batería: Generalmente, la batería tiene una duración dos a tres años, pero se debe tener precaución con el frío del invierno, que puede impedir el arranque si esta pieza no está nueva.

Chequeo de niveles de líquidos: Revisar el nivel de aceite, del líquido anticongelante y del líquido limpia parabrisas. Por básico que parezca, al descuidar el nivel de líquidos, como el aceite o el refrigerante, las piezas del vehículo pueden sufrir grandes deterioros que terminarán multiplicando los gastos en reparaciones o refacciones.

Revisión del líquido de frenos: Este líquido no se desgasta con el tiempo, por eso es importante revisar que no haya una fuga que pueda generar problemas en el frenado y, con ello, algún accidente. También es imprescindible revisar cuándo hay que cambiar los discos de frenos y pastillas de frenos.

Verificar los símbolos o testigos en el tablero: Siempre es importante chequear que, al momento de encender el auto y al cabo de unos segundos, se apaguen todas las luces del tablero, salvo las que se activen, como el freno de estacionamiento o las luces delanteras.

Si hay otro símbolo que quede encendido, está indicando que hay algún desperfecto en el vehículo que se debe revisar y solucionar a la brevedad.

¿Qué pasa si no se sigue un mantenimiento preventivo frecuente? No sólo es peligroso conducir un vehículo que no es mecánicamente sólido, sino que también puede convertirse en una carga financiera.

El mantenimiento preventivo debe tomarse tan en serio como programar una visita periódica al médico. La vida útil de un carro depende de ajustes programados y regulares.

¿Cómo cuidar y mantener correctamente un vehículo?

Una vez se compra un vehículo, además de cuidarlo de ciertos daños, es importante mantenerlo de manera correcta para que tenga un rendimiento óptimo.