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02/06/2020

Fortalecer los servicios de salud, garantizar los servicios básicos, entregar directamente dinero a las personas y sostener al sector privado limitarán los daños de la pandemia y ayudarán a una pronta recuperación, sostiene el Banco Mundial.

“Las políticas que se elijan hoy contribuirán a limitar los daños y a lograr una recuperación más sólida”, indicó David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, tras agregar que 60 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema en 2020. Es probable que estas estimaciones aumenten aún más, lo que dependerá, primordialmente, de la reapertura de las economías avanzadas”.


Las políticas de reconstrucción tanto en el corto como en el largo plazo suponen el fortalecimiento de los servicios de salud y la aplicación de medidas de estímulo muy focalizadas para ayudar a reavivar el crecimiento. Esto incluye disposiciones para sostener al sector privado y entregar dinero directamente a las personas a fin de promover un retorno más rápido a la creación de empresas después de que haya pasado la pandemia.


Se indica que, para lograr que las economías sean más resilientes en el futuro, muchos países deberán establecer sistemas que puedan generar y retener más capital humano y físico durante la recuperación, aplicando políticas que reflejen la necesidad de nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de gobernanza, y los promuevan, en el período pospandémico.


Las medidas aplicadas para proteger la salud pública han debilitado la ya frágil economía mundial causando recesiones profundas tanto en países desarrollados y los mercados emergentes. El BM dice que serán las economías en desarrollo, que dependen marcadamente del comercio internacional, de las exportaciones de productos básicos, del turismo o de las remesas del extranjero, las que se verán especialmente afectadas.


“En el largo plazo, la pandemia dejará daños perdurables a través de múltiples vías, incluida la disminución de las inversiones; la erosión del capital físico y humano a raíz del cierre de empresas y la pérdida de escolaridad y empleos, y el repliegue del comercio internacional y las relaciones de suministro. Estos efectos reducirán el producto potencial y la productividad laboral durante muchos años”, indicó el organismo.


Recomienda que durante el período de recuperación, los países deberán calibrar la disminución del apoyo público y dedicar especial atención a los desafíos de desarrollo más amplios. El análisis abarca la importancia de propiciar una asignación ordenada del capital nuevo a sectores que sean productivos en las nuevas estructuras que surjan en el período pospandémico.


Para esto, deberán incorporarse reformas que permitan que el capital y la mano de obra se adapten con relativa rapidez, mediante la aceleración de la resolución de controversias, la disminución de los obstáculos regulatorios y la reforma de los costosos subsidios, monopolios y empresas estatales protegidas que han lentificado el desarrollo.


La resiliencia económica en el futuro dependerá de su capacidad para generar y retener más capital humano y físico durante la recuperación. En un mundo pospandémico, serán fundamentales las políticas que reflejen y promuevan nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de gobernanza. El aumento de la transparencia en los compromisos financieros y la inversión también contribuiría a restaurar la confianza y a facilitar el crecimiento de las inversiones.

Nota editorial: Por Grupo Nueva Economía · Última actualización 02/06/2020